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.Si agotadora habíasido la lucha armada contra la tiranía en montañas y ciudades, el primer año de la liberación repre-sentó una batalla sin tregua para reorganizar el país, aplicar la justicia revolucionaria y responderdesde los inicios a las agresiones enemigas.La obra económica y social de la Revolución se vio in-terrumpida constantemente por los sabotajes y otras acciones contrarrevolucionarias.Era la épocaen que Fidel tenía que dedicar la mayor parte de su tiempo a su labor de orientación sistemática alpueblo.Los que vivimos aquella etapa inolvidable de nuestra Revolución lo recordamos frente a lascámaras de la televisión, semana por semana, cumpliendo su labor educativa y esclarecedora decara a los ataques enemigos, alternando el combate político con las acciones de transformación so-cial que había jurado cumplir en el Programa del Moneada.Con esas primeras ideas comenzamos las presuntuosas tareas de nuestro Departamento de Indus-trialización, con amplias oficinas sin terminar y una plantilla de personal integrada por el Che, su es-colta personal, más cuatro o cinco colaboradores que recién se habían incorporado al Depar-tamento.A manera de ayuda, su esposa, Aleida March, colaboraba con nosotros en aquellos pri-meros días.Muy rápidamente y dependiendo en forma casi absoluta de las nuevas ideas que elChe iba desarrollando se comenzó a elaborar la organización inicial de las oficinas.Colectivamentey sin tener muy claro el horizonte de trabajo, definimos una estructura organizativa compuesta porlas siguientes secciones: Administración, Contabilidad, Compras, Ventas, Jurídica, Personal, Su-pervisión (con inspección y auditoria), e inmediatamente después una sección de Inventores e Inno-vadores.Algunas secciones como Compras y Ventas no tenían en aquel momento una sólida justi-ficación, pero tan sólo al correr los días, se hicieron imprescindibles al tener que responder a los re-querimientos de las primeras fábricas intervenidas por disposición del gobierno y que pasaron a seratendidas por el Departamento.La sección de Inventores e Innovadores tuvo un origen peculiar.Durante muchos años existían en Cuba miles de personas preocupadas por el desarrollo económi-co que contaban con novedosas ideas tecnológicas que querían poner a disposición de su país, sinque mediara en la mayoría de los casos el menor interés personal.Estas personas tocaban a laspuertas de los ministerios y otras instituciones o empresas, buscando apoyo para sus iniciativas, sinencontrar un oído receptivo para sus proyectos.Al anunciarse la creación del Departamento de Industrialización, comenzaron a llegar de inmediatodecenas de inventores e innovadores solicitando que se evaluaran sus iniciativas.El arribo masivode aquellos creó un problema organizativo al cual hubo que buscarle urgente solución.Así surgió lanecesidad de crear una sección encargada de atender las invenciones e innovaciones.Un toque develada comicidad matizaba el arribo de aquellos curiosos visitantes.Aparecían a montones forman-do un abanico de las más diversas especialidades y niveles de calificación.Entre ellos había inge-nieros, técnicos de mediana calificación o personas de muy bajo nivel cultural pero de asombrosainteligencia, a quienes se les habían ocurrido las ideas más ingeniosas que nadie pudiera imaginar.La mayoría de ellos se aparecían con prototipos o maquetas en miniatura que despertaban la curio-sidad de cualquier niño o del adulto más indiferente.Llegó un momento en que el despliegue deaquellos "artefactos" alcanzó tal número, que fue necesario improvisar una exposición dentro delpropio Departamento para dar cabida a las curiosas invenciones.El surtido resultaba muy amplio:aviones espectaculares para "equipar" a nuestras nacientes Fuerzas Armadas Revolucionarias,máquinas alzadoras y cortadoras de caña de azúcar, compresores para aire acondicionado, centrosde acopio para recolección de la caña y hasta una "jurásica" maquinaria para aprovechar las co-mentes marinas con vistas a la generación de electricidad.El imaginario popular no tenía límites,pero tampoco el derroche de talentos no desarrollados profesionalmente por ausencia de la másmínima oportunidad de capacitación técnica.La exposición de marras sirvió también para la ocasio-nal distracción nocturna de los que trabajábamos en el Departamento.Muchas noches nos aglome-rábamos frente a la exposición para disfrutar de aquellos diminutos aparatos.No faltaron los quevolviendo a sus tiempos infantiles se ponían a jugar en el piso con pequeños automóviles o diminu-tas locomotoras de cuerda
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